A principios de los veinte, mientras el Movimiento moderno atravesaba por uno de los periodos más difíciles de su desarrollo, tras la ascensión de Adolf Hitler al poder en Alemania, las represiones estalinistas a las vanguardias en la entonces Unión Soviética y la depresión en los Estados Unidos a raíz de la caída de la bolsa neoyorquina, en México se llevaba a cabo un debate libre acerca del futuro de la arquitectura en el país.
Pasada la inestabilidad inicial de los primeros gobiernos posrevolucionarios, la sociedad mexicana trataba de autodefinirse en materia de identidad nacional, orientación ideológica y conformación social. Por tanto, para hablar de los primeros pasos de la vivienda social en la historia de la arquitectura en México, debe subrayarse la relación sincrónica de los deseos del Estado por resolver problemas colectivos de habitación, enseñanza y salubridad, mediante la implementación y el apego a las nuevas leyes que dieron pauta a las políticas de vivienda vertidas en la Constitución de 1917 -los contenidos más relevantes respecto al territorio, los núcleos de población y la arquitectura por impulsar se encuentran, principalmente, en los artículos 27 y 123-
Algunos estudiantes de la entonces Escuela Nacional de Arquitectura en la Antigua Academia de San Carlos, durante el periodo 1926-1933, tomarían de estas corrientes y pensamientos los fundamentos de nuevas soluciones arquitectónicas y se mantendrían anclados a ellas, con lo cual manifestarían una postura ideológica ante la enseñanza establecida por las diversas corrientes beaux arts que sentaban el
Indudablemente esto sentaría las bases para alcanzar una madurez arquitectónica futura al conformar los primeros pasos de un movimiento de arquitectura funcionalista nacional, donde se daría apertura a una nueva forma de exponer y concebir el desarrollo arquitectónico en el país.
De los diversos personajes que construyeron la nueva realidad arquitectónica nacional, destacó el pensamiento de los jóvenes arquitectos Juan Legarreta y Juan O’Gorman, quienes “aprendieron a relacionar al artista con su sociedad, al artesano con la industria. Los alumnos reconocieron la función social de la producción artística y arquitectónica”,
O’Gorman la denominó en ese discurso “arquitectura técnica”, e indicó que su finalidad era ser útil al hombre de manera directa y precisa.
En etapas previas a la arquitectura funcionalista, coexistieron en el país estilos que marcarían la diversa obra desarrollada a lo largo del territorio, cuyas múltiples características formales correspondían a la corriente beaux arts. La arquitectura ecléctica, el art nouveau, el neoclásico, o en su mayoría el neocolonial, fueron géneros sustentados en cánones delineados por la Academia parisina difundida en la obra teórica de Julien Guadet titulada
La materialidad del concreto armado forjó las nuevas características espaciales y visuales. Importantes arquitectos de la época mostraron ejemplos de obras arquitectónicas desarrolladas con este material como sistema constructivo. Ideas como la Maison Dom-Ino de Le Corbusier en 1914, y ejemplos como el Instituto de Higiene de José Villagrán en 1925, en la Ciudad de México, demostraron la calidad de ejecución, y sobre todo, la sencillez para su construcción.
El gobierno y los arquitectos se percataron de que “el problema era colectivo, el reto una necesidad social que comprendía escuelas, hospitales y viviendas; la respuesta; materiales económicos y métodos de construcción”
Un pueblo que vive en jacales y cuartos redondos,
no puede "hablar" arquitectura. Haremos las casas del pueblo.
Estetas y retóricos -ojalá mueran todos- harán después sus discusiones
Juan Legarreta, 1933
La arquitectura en México anunció grandes cambios al llegar los preceptos que Le Corbusier postulara en su libro
El arquitecto Juan Legarreta fue uno de los principales interesados en dar soluciones a este tema. La transición intelectual que experimentó fue vital para su obra. Estaba dotado de una vasta motivación para lograr mejoras significativas en la calidad de vida del sector medio y obrero del país mediante soluciones con espacios mínimos, aunque propios del tema que su trabajo arquitectónico planteaba.
No sólo interesado por la arquitectura mexicana, mostró atención a la arquitectura de otros países, la cual conoció a través de publicaciones como
Este logro de Legarreta está plasmado en sus conjuntos de Balbuena y San Jacinto, en donde implementó una arquitectura de carácter social. La voluntad creativa e intelectual de Legarreta se vería proyectada en el mejoramiento de los aspectos económicos y técnicos de su arquitectura. La solución no dependía del mejoramiento de las condiciones estéticas de la obra, sino de distinguir las necesidades del habitar humano moderno. La conjugación del pensamiento proyectado en la obra hablaría de una arquitectura que comenzó a experimentar con diversas soluciones espaciales sin perder sus cualidades esenciales, persiguiendo así los preceptos que declararía la nueva arquitectura funcionalista en México.
En 1929 el Partido Nacional Revolucionario (PNR), fundado en ese mismo año, se propuso hacer cumplir las fracciones del artículo 123 de la Constitución Mexicana, referente a la obligación que tienen los patrones de proporcionar a los trabajadores viviendas cómodas e higiénicas. El Congreso Nacional de Planificación, organizado por la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, convocó a reflexionar en torno a la aplicación de dichas leyes, así como a comprender el valor del arquitecto como sujeto con responsabilidad social, capaz de proponer proyectos para las necesidades del país. De esta manera, tres años después se convocó a un concurso para resolver la “Casa Obrera Mínima”. Éste fue publicado por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia en colaboración con el Licenciado Aarón Sáenz, Jefe del Departamento del Distrito Federal, en el diario El Universal, el 27 de mayo de 1932; en esta convocatoria se invitaba a todos los arquitectos e ingenieros residentes en México a participar en el concurso para el Muestrario de la Construcción Moderna, empresa privada del propio Obregón Santacilia y en la cual fungía como director.
El concurso tenía por objeto el estudio técnico de las propuestas participantes, para determinar así las necesidades mínimas de habitación para la clase media y obrera del país, y considerar los elementos básicos de carácter arquitectónico, higiénico y económico que satisficieran y cubrieran dichos requerimientos.
El arquitecto Obregón Santacilia, dentro de la convocatoria, marcó los siguientes puntos que considerar:
¿Cuáles son las mínimas necesidades por persona?
Una vez determinadas estas mínimas necesidades, ¿qué tipos de casas, qué tipos de viviendas y qué tipos de fraccionamientos pueden satisfacerlas?
Determinados estos tipos, ¿qué procedimientos de construcciones “estandarizadas” serían las que pudieran ofrecer aquellos tipos de habitación al menor costo posible?
Se recibieron propuestas de importantes y destacables arquitectos, los cuales estuvieron inmersos en este cambio de pensamiento proyectual sobre las nuevas funciones y necesidades del habitar en el país. Entre los participantes estuvo el arquitecto Juan Legarreta, en colaboración con el arquitecto Justino Fernández, quienes obtuvieron el primer lugar al presentar “una casa de líneas y estructuras modernas con una superficie construida de 54 m2, planeada para una familia de seis personas”.
Entre ellos son muy dignos de citarse el del arquitecto Juan O’Gorman, que revelaba un estudio profundo del tema y una osadía de resolución por desgracia discrepante con las normas del programa […] el del arquitecto Mauricio Campos, el del arquitecto Álvaro Aburto; el de los arquitectos Carlos Greenham y Albarrán y el del arquitecto Estanislao Suárez, que constituían soluciones de indiscutible valor arquitectónico, pero que no alcanzaban condiciones de sencillez y claridad de las soluciones premiadas.
Toda esta nueva visión de vivienda para la clase obrera y sus derechos tuvo una buena acogida por Aarón Sáenz, Jefe del Departamento del Distrito Federal, el cual encomendó a los ganadores del primer premio la construcción de dicha propuesta. Legarreta y Fernández construyeron así un primer prototipo en la colonia Moctezuma de la Ciudad de México, el cual, después de la modificación del proyecto con algunos rasgos de otros finalistas del concurso, daría paso a la ejecución de 108 viviendas más. Entre 1935 y 1936 se construyó otro conjunto de 205 viviendas, con el apoyo del arquitecto Vicente Pinedo, mismo que el arquitecto no alcanzó a ver terminado debido a su prematura muerte en 1934.
Legarreta se interesó, defendió y proyectó este nuevo habitar conjugando el pensamiento, los nuevos materiales y las tecnologías constructivas que posibilitaron un modelo específico de arquitectura. Ésta sería el pilar para afrontar la necesidad de una vivienda de carácter social, cuyas primeras construcciones habrían de dar al gobierno de México el ejemplo necesario para interesarse y dotar de equipamiento habitacional a diversos sectores, lo cual terminaría por caracterizar la nueva gran imagen urbana que la ciudad comenzaba a adoptar. Se insinuaba así el ulterior protagonismo del Movimiento moderno, que ya había permeado en el gremio arquitectónico con grandes exponentes, futuros forjadores de la nueva cultura arquitectónica en nuestro país.
Problema excepcional, desafío, juego del espíritu: explotar un terreno de una forma particularmente difícil.
Le Corbusier
La obra que presentó Legarreta en su tesis tiene referencias formales a una obra particular de Le Corbusier, la Maison Ternisien, construida a petición de Paul Ternisien, un músico, y su esposa, una artista, quienes conocieron a Le Corbusier después de su conferencia en la Sorbona en 1923.
Es de considerar que si Legarreta estaba interesado en el pensamiento del arquitecto francés, tendría referencias no sólo teóricas, sino análogas y formales a sus proyectos. Es posible que, mediante publicaciones internacionales, como lo mencioné en un apartado anterior, el arquitecto estudiara las soluciones espaciales y volumétricas que Le Corbusier desarrollaba en diversas obras edificadas en Francia durante la década de 1920, para, posteriormente, tomarlas como punto de partida de sus propias ideas.
La Maison Ternisien consistió en una residencia en un predio de forma triangular, donde Le Corbusier proyectó
[…] un taller “estándar” (o una célula habitacional modelo Esprit nouveau a doble altura) a la izquierda, para la señora Ternisien; estaría conectado por una sección de la zona intermedia funcional a un elemento “poético”, en forma de piano, de un piso, para Paul Ternisien el músico. Un dormitorio y una ducha se aprietan con alguna dificultad en la punta del ángulo agudo. En la primera planta existiría sólo un esquema [
Otra idea presente en el proyecto de la Maison Ternisien fue “que la escalera en la que la diagonal sobresale al exterior podría ser cerrada por la construcción del primer piso para cubrir el elemento en forma de piano y así agregar un nivel encima del taller”.
Tales referencias espaciales señalan la singularidad de la obra en comparación con la propuesta del proyecto de tesis que Legarreta presentó a la Academia, y la cual puede marcar una relación directa entre ambas. Aunque Legarreta optó para su ejercicio de tesis por una forma semejante a la triangular empleada por Le Corbusier, la vocación de ambas difiere en la solución a los problemas que se abordaban.
En el caso de Legarreta y su vivienda dúplex para el sector obrero, el arquitecto propone dos entradas diferentes para cada una de las viviendas, para darle a una la privacidad de un patio interior y a la otra el formalismo de una escalera y un típico “corredor de hacienda”; el acceso de cada una conduce directamente a la zona de cocina-comedor sin vestibulación alguna, logrando así la unificación de los dos espacios mediante una continuidad suave y sin mayor rebuscamiento. La orientación hacia el oriente propicia un área soleada para que los habitantes realicen diversas actividades. Desde la cocina-comedor o desde la puerta de una de las viviendas se accede sin mayor circulación a un espacio enorme con un gran ventanal: el estudio-taller, espacio que ofrece un lugar donde la familia pueda trabajar libremente, orientado al norte de la obra.
El módulo de las alcobas es de 2.2 m y de la cocina y baño 2.15 m, dando un espacio central de 6 m en total y un espacio exterior de 6.15 m, logrando así una armonía modular […] Estos diseños integrados son muy racionales, es decir, muy propios de los estudios de la escuela Bauhaus, sin dejar a un lado, por supuesto, las relaciones de la vida obrera en sus costumbres y tradiciones. El arquitecto propone la integración de utensilios de barro como ollas y jarros, muy de acuerdo a lo que estas familias usan cotidianamente, así como muebles de bejuco y madera.
Esta semblanza espacial nos reitera su compromiso con sus principios e ideales, caracterizados por la preocupación de proporcionar viviendas útiles y económicas a una población con poca accesibilidad a las mismas, con lo cual encauzó en la modernidad al México posrevolucionario. Sin embargo, el problema no fue entendido en los términos que Le Corbusier planteaba completamente, ya que si bien se dio una solución para la repetición en serie y las soluciones técnicas de las casas, éstas se realizaban aún con procesos artesanales en todas sus etapas y mantuvieron una escala horizontal con respecto al perfil urbano, lejos de las propuestas del arquitecto francés respecto a una nueva escala para la ciudad; es decir, en esos momentos Le Corbusier planteaba un problema mayor: la verticalidad de las obras, no sólo despojar de ornamento a la
Tanto la Maison Ternisien de Le Corbusier como algunas viviendas obreras de Legarreta han sufrido modificaciones espaciales que en menor o mayor medida han desvirtuado las concepciones iniciales que los autores tuvieron de la obra. Es evidente la necesidad de preservar y difundir la huella histórica del legado arquitectónico de excelentes representantes mexicanos, impulsores del desarrollo de la arquitectura nacional. Conocer los cambios de la vivienda en diversos periodos y situaciones políticas, culturales y sociales conlleva a entender su evolución, la cual actualmente nos da nuevas pautas para desarrollar teorías, espacios y formas, con enfoques que comprenden las nuevas acciones y necesidades que hoy ocupa el habitar humano.
“XII. En toda negociación agrícola, industrial, minera o cualquiera otra clase de trabajo, los patronos estarán obligados a proporcionar a los trabajadores habitaciones cómodas e higiénicas […] deberán establecer escuelas, enfermerías y demás servicio a la comunidad […]
XIII. Además, en estos mismos centros de trabajo, cuando su población exceda de doscientos habitantes, deberá reservarse un espacio de terreno que no será menor a cinco mil metros cuadrados, para el establecimiento de mercados públicos, instalación de edificios destinados a los servicios municipales y centros recreativos […]”. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 1917, artículo 127, fracciones XII y XIII.
Luz María Granados Roldán, “¿Un funcionalista radical?.. Juan Legarreta”, tesis para obtener el grado de Licenciada en Arquitectura (México: Universidad Iberoamericana, 1987), 45. a
Juan O’Gorman,
“Las necesidades que pueden ser precisadas y medidas por la ciencia, y la arquitectura que resuelve estas necesidades materiales por medio de sus procedimientos científicos, por los medios más adecuados en cada caso, con los materiales y estructuras hechas para ese fin, es la única y verdadera arquitectura técnica, la arquitectura científica, como ustedes le quieran llamar, que no tiene nada que ver con la moda, que está tan alejada de estos equívocos conceptos como pueden estarlo de lejos el aeroplano o la locomotora. Noble arquitectura técnica, arquitectura que es la verdadera expresión de la vida y que es también la manifestación de los medios científicos del hombre actual. Que es aquélla que está en armonía con el mundo físico y químico descubierto por el hombre, que es el resultado de la ciencia y por otra parte, armonía que resulta de resolver las necesidades palpitantes, humanas”. Juan O’Gorman,
Graciela De Garay Arellano, “La arquitectura funcionalista en México (1932-1934): Juan Legarreta y Juan O'Gorman”, tesis para obtener el grado de Licenciada en Historia (México: UNAM, 1978), 36.
Graciela De Garay Arellano, “La arquitectura funcionalista en México (1932-1934)”, 37.
Graciela De Garay Arellano, “La arquitectura funcionalista en México (1932-1934)”, 38.
Luz María Granados, durante la investigación para su tesis en torno a Juan Legarreta, encontró publicaciones internacionales en el archivo personal del arquitecto, de las cuales se pueden deducir las referencias de obras de carácter nacional e internacional a las que tuvo acceso.
Luz María Granados Roldán, “¿Un funcionalista radical?.. Juan Legarreta”, 53.
Carlos Obregón Santacilia, “El tipo de casa para el obrero a un precio bajo”,
Luz María Granados Roldán, “¿Un funcionalista radical?.. Juan Legarreta”, 98.
Carlos Obregón Santacilia, “
I. de Miranda, “Concurso de la casa obrera mínima en México”,
Tim Benton,
Tim Benton,
Tim Benton,
Luz María Granados Roldán, “¿Un funcionalista radical?... Juan Legarreta”, 55.