Las conferencias de Banham en Argentina anticiparon su libro
Reyner Banham’s seminars in Argentina prefigured his book, The Architecture of the Well- Tempered Environment. His lectures show the early stages of the debate between the ideas of climate control and environment and the ones proposed by Tomás Maldonado such as human environment and ecology.
En la carta de aceptación a la invitación para dictar un seminario en Argentina, Reyner Banham le sugería a Francisco Bullrich el tipo de temas que le gustaría debatir:
I should point out that though I am best known perhaps for my work on the stylistic and intellectual history of the Modern Movement (Theory and Design in the First Machine Age) my present field of study is concerned with the architectural history of mechanical services and environmental controls (electric, lighting, heating, ventilating, airconditioning, etc.) Would this be of your interest?
Fechada el 20 de febrero de 1966, la visita del crítico inglés se concretó un par de años después, cuando llegó al país a impartir sietes clases y seis sesiones de debate, entre el 28 de junio y el 5 de julio de 1968. Su cambio de tema produjo cierta expectativa en los miembros del Instituto Interuniversitario de Historia de la Arquitectura (IIDEHA), organizadores del evento. La importancia de las conferencias que Banham dictó en las ciudades de Córdoba y Rosario, en Argentina, radica en su carácter preliminar: en esos momentos se encontraba terminando el libro
Un repaso por esas clases y debates -algunas de cuyas grabaciones fueron traducidas y publicadas y otras se conservan sólo en manuscrito- permite plantear el punto de partida de las posturas que, hacia fines de los años sesenta y primeros de los setenta del siglo XX, dividieron las aguas entre entorno y control climático. Un giro teórico que,
El primer contacto para formalizar la invitación a Banham lo estableció Bullrich en su carácter de fundador del iideha.
Banham recibió la invitación mientras gozaba de una beca de investigación en Estados Unidos, otorgada por la Graham Foundation, que cubría desde 1964 hasta 1966, aunque su libro lo escribirá luego en Londres; su año de composición sería en 1967:
This letter is intended simply as a formal acknowled-gement (and acceptance, of course!!) of the invitation you have extended to me to take part in the IIDEHA seminar in 1967 and to express my gratitude.
No doubt there will be a good deal of arrangements to be made nearer the time (Josine des Cressonnières tells me there is to be a conference on Design in Development Countries in Argentina about the same time, and seems to think I should take part).
Se refería a una conferencia que finalmente se realizó en 1968 y a la que no sería invitado, patrocinada por la Unesco -a través de la gestión de Gui Bonsiepe, que era asesor de esa entidad- y organizada por el ICSID (International Council of Societies of Industrial Design). En esos años, la diseñadora belga Josine des Cressonnières era la secretaria general. Es interesante notar que Banham no formó parte del board. En cambio Maldonado, además de ser miembro desde 1966, presidió el organismo entre 1967 y 1969.
Aquel evento fue el Seminar of Industrial Design Education in Latin America organizado en Buenos Aires. Los oradores fueron: Maldonado - en su carácter de presidente-, Misha Black (Reino Unido), Arthur Pulos (EUA), Roger Tallon (Francia), Limari Tapiovara (Finlandia), Josine des Cresson-nières (Bélgica), Alexandre Wollner (Brasil), Teresa Gianella Estrems (Perú) y Basilio Uribe (Argentina). La gestión de la visita de Banham a Argentina pasó a cargo de Marina Waisman, pues Bullrich estaba preparando su seminario sobre arquitectura en América Latina que dictó entre agosto de 1966 y febrero de 1967 en la Universidad de Yale, invitado por Vincent Scully. De esas clases surgirá en 1969, New Directions in Latin American Architecture, publicado por George Braziller, al mismo tiempo que saldría el libro de Banham editado por la University of Chicago Press.
Waisman era la secretaria del IIDEHA y una historiadora y crítica de notable incidencia. Finalmente, el seminario se concretó entre la última semana de junio y la primera de julio de 1968, días que coincidieron casualmente con la continuidad de las manifestaciones en París del “mayo francés”. Poco antes de la llegada, Waisman le escribía a Bullrich:
Ya tenemos, creo, todo en marcha para nuestro próximo seminario, sin demasia dos tropiezos. Le mando un programa para incitar su curiosidad y tentarlo a ve nir. Serán sólo siete clases, de viernes a viernes, de modo que no es tanto tiempo y, pensándolo un poco, ¿no le vendrían bien unos días de “descanso” cordobés?
El tono afectuoso de la invitación se debe a que ése era un año difícil para Bullrich. Su mujer y colega, Alicia Cazzaniga, había fallecido en febrero, víctima de una enfermedad repentina. Con ella y con Clorindo Testa estaba finalizando la documentación de los planos de obra para la Biblioteca Nacional.
De todos modos, ¿quisiera Ud. ir a recibir a Banham cuando llegue? Llegará el jueves 27 a las 11 de la mañana y recién a las 17:40 del mismo día parte a Córdo ba […] es decir que habrá que almorzar con él y acompañarlo un poco. [Raúl] González Capdevila está ya comprometido a hacerlo (va a llamarlo a Ud. para combinar) y también a acompañarlo a Córdoba.
La relación entre Banham y Bullrich dio lugar a que el crítico inglés hiciera la reseña de
El 28 de junio dictó la primera clase titulada “El concepto de control del ambiente. La arquitectura como técnica ambiental”, lo que él llamaba
[…] alrededor de 1930, los teóricos y críticos ingleses persistían en utilizar el término “la máquina”, entendiéndolo como un problema filosófico: recién después de la segunda guerra mundial, un grupo de críticos jóvenes de una manera desordenada e iconoclasta, comenzamos a preguntar: ¿qué máquina? ¿Comprenden también en este término la bicicleta de Herbert Read? […] lo que nos preocupaba […] era que al crear este concepto abstracto de la máquina, los teóricos y los críticos de la generación anterior habían tornado más difícil el problema al separarlo de la práctica.
Retomaba así su ya conocida tesis de que los historiadores no estaban prestando atención a los problemas de calefacción, iluminación, ventilación o circulación de los edificios, de los que se ocupaban los arquitectos. Por su puesto que los responsables del fracaso en la tardanza eran “aquellos cuyo trabajo es observar lo que sucede”. En especial los tres grandes autores de la tradición norteamericana y europea del siglo XX, Pevsner, Giedion y Hitchcock, quienes habían escrito la historia de la luz eléctrica pero se habían olvidado precisamente de ese hecho.
Para reforzar su punto de vista, relataba el episodio ocurrido poco antes, durante un seminario en Berlín:
Me dediqué a atacar esta omisión de Giedion estando él presente en el audi torio. Su respuesta fue muy interesante en este sentido: explicó que al escribir
Durante esa misma conferencia insistía en la necesidad de considerar estos temas desde otro enfoque. Aunque admitía que, en los últimos dos años, había trabajado en el libro que estaba presentando sin abandonar “el problema de las formas de los edificios” y teniendo en cuenta el consumo de energía como eje del control ambiental a la hora de diseñar.
Si bien este punto de vista es el mismo que pu blicó luego en su libro, interesa notar la diferencia que marcó respecto de lo que Giedion denomina ba “lo típico”. Para el inglés, Giedion no distinguía las ciencias ambientales, y además entendía que la historia debía concentrarse en los aspectos típicos, que eran los importantes, los que representaban la arquitectura de época, y abandonar lo superfluo. “En cambio yo me atengo a la significación en in glés: lo común, lo convencional”.
Banham organizaba su trabajo como
La clase de esta mañana tendrá algo de experi mento y algo de primicia mundial. Honestamente, no creo que ningún otro historiador general como yo haya dado anteriormente una charla sobre la historia de las estructuras inflables. De modo que dentro de unos años quizás podremos decir orgu llosamente: yo estuve allá, en Córdoba, en la ma ñana del 3 de julio, o quizás dentro de unos años olvidemos completamente este asunto.
Ha sido en el transcurso de este año que se ha modificado la actitud de los profesionales ar quitectos y por lo tanto de los historiadores de la arquitectura hacia las estructuras inflables. Hubo en abril de este año una gran exposición en París organizada por el grupo Utopía bajo el título de “Estructuras Inflables”.
En realidad, la exposición Structures Gonflables, tuvo lugar entre el 1 y el 28 de marzo en el Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris. Si se recuerda que Banham estuvo en Argentina a fines de junio y principios de julio, cabe preguntarse por qué no mencionó los sucesos del “mayo francés”. Más allá de la coyuntura política, estaba concentrado en su libro. En abril, había pu blicado un artículo en
En la conferencia destacó que los inflables existían sólo mientras se les aplica energía, razón por la cual eran importantes desde la perspectiva histórica. Luego de una extensa descripción de su uso durante la Segunda Guerra Mundial, decía que apenas podía dar como referencia un artículo del
Respecto del teatro de Lundy -y de Walter Bird-, describió primero varios casos anteriores de los que pocos podrían ser llamados arquitectura, pues no consistían en la realización o creación de espacios útiles, simbólicos o psico lógicos para la habitación humana. Pero “un aspecto muy interesante y digno de estudio es esta estructura, una de las más antiguas estructuras inflables del mundo -pues data de 1959- que fue precisamente pensada como arquitec tura diseñada por un arquitecto”. Recordaba que había sido creado para las autoridades americanas de energía atómica. Asimismo, planteaba como un “problema nuevo” la arquitectura que carece de un lugar propio. En este caso “para mí es el teatro de Río de Janeiro, pero para otros es el de Dublín o el de Stuttgart. Donde quiera que esté sigue siendo el mismo edificio”.
Confesó que cuando escribió “A home is not a house”, nunca había entrado a ninguna estructura inflable, por lo que ese artículo fue pensado desde el punto de vista de la razón y no de la experiencia. Justificaba que allí hablaba de la transparencia, la transportabilidad y la facilidad de erección, pero no de lo que sucedía en su interior: “lo leí y discutí con un productor de televisión inglés, que les agradará saber que nació en Argentina, su nombre es Julian Cooper y sus padres aún viven en Tigre”.
La última conferencia, “¿Cómo escribiremos la historia ambiental?” la definió como un talking head-show de televisión. Sin embargo, el tema derivó en el elogio de la arquitectura indeterminada de John Weeks. Estaba convencido de que había que aplicarla y aceptar que la función del arquitecto es construir para el futuro desarrollo y la futura historia del edificio, cuando el cliente haya tomado posesión y lo habite.
La impresión que yo tengo de la conferencia de Lausanne, aunque no he leído detalladamente el informe, es que fue dominada, de un modo inevitable, por expertos de países que tienen escasez de energía. No todos los países del mundo tienen escasez de energía en este momento; en realidad, algunos tendrán en el futuro un exceso de ella […] Pero aún aquí no hay necesidad de alarmarse por el futuro inmediato, ni siquiera a largo plazo […] los artefactos actuales que transforman la energía para el control ambiental mejoran y se hacen más pequeños y eficientes.
Luego de su visita, Waisman se preguntaba si podría tomarse el problema del control ambiental como núcleo de una teoría general sobre el significado de la arquitectura.
[…] digamos en resumen que el punto esencial del seminario, aquél en cuya “propaganda” se halla Banham empeñado ahora, es indudablemente el “ambientalismo”, esto es, la necesidad de pensar la arquitectura sobre la base de las posibilidades que la técnica -entendida esencialmente como uso de la energía- ofrece al arquitecto para un perfecto control del ambiente humano; y en lo que se refiere al historiador, el estudio de edificios conocidos y anónimos desde este mismo punto de vista, lo que implica una gran ampliación para el acervo de la tradición de la arquitectura moderna. La importancia que él mismo asignó a su clase sobre la historia de las estructuras inflables dentro de la historiografía de la arquitectura nos da una pauta clara de su orientación.
Lo que Waisman rescató de los seminarios no fue en realidad el “ambientalismo”, un tema “que pudo parecer un tanto árido y limitado, sobre todo al mantenerse, como se ha dicho, en un estadio esencialmente descriptivo”, sino los nuevos enfoques para construir otro canon.
Una primera conclusión de las conferencias de Banham en Argentina permite ver que se trataron de un elogio a la mecanización. Su celebración de la energía y su orientación hacia una versión “pop” -como la veía Waisman- o experimental -como la presentaba él mismo-, mostraban su fascinación por los nuevos tipos de formas y la estética de la indeterminación. Ya en la primera conferencia había dejado en claro su desprecio por la mirada filosófica -en la tradición de la
Cuando a Banham se le terminaba el periodo de beca de la Graham Foundation, Maldonado -a fines de 1966- obtenía su Visiting Senior Fellow del Council of Humanities de Princeton University. Buena parte de las investigaciones que transitó en ese período tomaron forma en 1970. A pocos meses del libro de Banham, Maldonado publicaba La speranza progettuale, traducida a varios idiomas, entre ellos al español por Nueva Visión en 1972, con un corpus de notas agregado de 55 páginas (el texto original contaba con 93).
La rivalidad entre ambos se remonta a los tiempos posteriores a la invitación que el argentino le hiciera para dar una conferencia en la HfG de Ulm en 1959, y continuó por décadas.
El corazón de la discusión original radicaba en la incidencia del diseño industrial sobre la transformación de la vida humana. Con diferencia de unos meses, Maldonado (en su carácter de presidente del ICSID) colocaba a Buenos Aires en el centro internacional del debate por el futuro de la educación orientada al diseño industrial, mientras Banham había ido a Córdoba y Rosario para plantear la reconsideración del uso de las energías que confiaba en la existencia de recursos en un futuro.
Maldonado se basaba en la larga tradición filosófica posthegeliana, cuya preocupación resumía como “hacer más inteligible el papel de la conciencia -y particularmente de la conciencia crítica- ante una realidad ásperamente contingente y situacional”.
Banham en aquel momento definía el
Maldonado parecía estar en otra sintonía: la clave era comprender desde la filosofía y la historia las diferencias entre
De todos modos, estos conceptos, durante esos casi dos años, eran acepciones en construcción. A partir de aquí la ecología, el contexto, el entorno y el confort serán nociones tipificadas. La declaración política de la crisis del petróleo oficialmente aceptada en 1973 opacará y reorien tará esta discusión.
El siguiente y último invitado internacional del IIDEHA fue Umberto Eco, quien visitó Argenti na en julio de 1970. En el giro hacia la semiótica, la transformación de “entorno” como traducción de
Luego de este breve repaso de la visita de Banham a Argentina y del posterior cauce que tomó el inicial
Carta de Reyner Banham a Francisco Bullrich, 20 de febrero, 1966. Archivo Francisco Bullrich/Biblioteca Universidad Torcuato Di Tella (en adelante AFB-BUTDT).
Junto con Enrico Tedeschi y Marina Waisman, entre otros.
Banham a Bullrich, 20 de febrero, 1966.
Carta de Marina Waisman a Bullrich, Córdoba. 14 de junio de 1968. AFB-BUTDT.
Bullrich, Alicia Cazzaniga y Clorindo Testa habían ganado el Primer Premio en el concurso para la Biblioteca Nacional en Argentina en 1962. La cons trucción se iniciaría en 1971.
Claudia Shmidt, “A propósito de la ‘Posdata ameri cana’ de Pevsner”,
Waisman a Bullrich, 1968. Raúl González Capdevila era miembro del iideha, autor del primer libro so bre Amancio Williams (1955). Estudió con Pevsner y desempeñó cargos docentes en distintas univer sidades.
Reyner Banham, “Swiss Architecture by Jul Bach mann; Stanislaus von Moos; American Architecture by Robert Stern; African Architecture by Udo Kul termann; Latin American Architecture by Francisco Bullrich”,
Reyner Banham,
Banham,
Banham,
Reyner Banham,
Banham,
En 1972 Julian Cooper dirigirá el film
Banham,
Banham,
Banham,
Marina Waisman, “iideha 68: Reyner Banham”,
Tomás Maldonado,
T. Maldonado,